domingo, 11 de octubre de 2009

Prisioneros

Al más puro estilo de la exitosa serie Prison Break, Billy Hayes y William Hoffer escribieron allá por el año1977 Expreso de media noche. Una novela sobre la vida en la prisión que llegó a mis manos por encontrarme con las puertas de la biblioteca pública cerrada por inventario y recurrir a la vieja biblioteca de papá con libros adquiridos por el engaño del círculo de lectores. Suelo recurrir poco a la sección de libros viejos de casa, pero siempre que he recurrido me ha slaido bien la jugada porque he elegido libros muy muy entretenidos.

"Por todas partes se veían tallas en jabón e intrincadas figuras de papel que representaban pájaros y animales", fragmento Expreso de media noche.


No pude evitar hacer un paralelismo con el cisne o pajarito de papel que Michael Scofield dobla y dobla para luego tirarlo por la alcantarilla de la cárcel.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Leer me gusta. Porque me hace pensar. Me hace reflexionar. Practicar la lectura me hace relacionar, crear paralelismos entre las cosas, conocer mejor a las personas o más bien a los distintos tipos de personas, a saber controlar ciertas situaciones, a anticiparme a los hechos, a conocer lo que quizá nunca llegara a conocer en mi existencia. A relacionar situaciones con personas, a identificar. A ver que la ficción no está lejos de la realidad.

He citado varias veces a Marian Keyes en mis entradas. Volveré a hacerlo.

-Porque no es lo correcto. Y será mejor que entres en razón. No puedes estar sola, me necesitas. ¡Piénsalo!

Esto es lo que contesta un casi marido a su casi esposa. La patética razón, es el hecho de que el varón no acepta que su casi prometida trabaje en un puesto de poder y gane más dinero que él.

Y lo peor es que muchas mujeres al pensar sobre quedarse sola, llegan a la conclusión de que sería su fin, que no lo soportarían.

Si quieren saber más sobre cómo termina la historia original de Keyes, vayan rápido al capítulo La verdad está ahí fuera incluído en Bajo el edredón.

Lean y reflexionen. Y si lo ven necesario, escriban.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Ya llega

Se despertó cuando el sol todavía no se colaba por los lunares de su persiana. Sus pies descalzos sobre el piso daban saltitos para evitar el frío y repentino contacto. El pasillo le ofreció una bocanada de ese aire que huele a lluvia, a tierra mojada. Estaba llegando.
La otra noche al meterse en el coche para volver a casa echó mano de su cardigan rojo de punto. Otra, sus manos giraron rápidamente la ruleta del aire acondicionado de su coche hasta la raya roja. Las perlas que colgaban de las partes desnudas de su cuerpo se secaron al instante.
Y hoy cuando llegó a casa y se colocó ante su ordenador, escuchaba los truenos y las gotas caer. Una bola negra con ojos color miel se arrellanó en su regazo. Le regaló un rato de calor y vibraciones a cambio de mimosas caricias.
La temporada de lluvias previas al otoño se presentaba y le animaba a tumbarse bajo una fina colcha y pasar horas leyendo. Leyendo y escuchando su propia voz en la mente. La banda sonora quedaba en manos de las gotas que se precibitaban contra el cristal.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Salvajemente

Dos amigas se encuentran en la calle. Después de los típicos saludos de cortesía la conversación ya no daba para mucho. Una exclama:

-¡Pero tía ¿y eso?- mientras señala un minimoratón en el brazo.
-Ha, ha y porque no me has visto las rodillas.
La amiga mira con cara de sorpresa, pensando no se a qué se refiere.
-¿Y eso?- repite nuevamente. La sorpresa le ha dejado sin otro repertorio para preguntar.
-Pues de chupar pol*as.

La amiga intenta no hacerse la sorprendida y suelta un bajito ah... de ya se ha descubierto el pastel.

Sin duda su amiga había tenido una velada de lo más salvaje y expontánea.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cuevas de Aladino

Y un día ella y su madre visitaron Gibraltar u descubroeron una sucuersal de Marks and Spencer. Pese a estar rodeadas de Marks and Spencers en casa, se pusieron como locas. (Eso también constituye una característica vacacional en mi caso: tiendas que puedo visitar cuando me aptece en casa, me parecen de repente Cuevas de Aladino llenas de cosas maravillosas).


Extraído de la novela Bajo el edredón, de Marian Keyes.


Se sintió identificada con lo que leía. En su viaje a la ciudad Condal cierto era que pensaba comprar porque se había llevado todos sus ahorros y no para pagar el ticket al bus turístico precisamente. Pero lo que le sorprendió fue entrar en tiendas que normalmente visitaba en su zona y al verlas señalarlas como si fueran lugares inaccesibles para ella en su tierra. Al mismo tiempo cuando salió de las fronteras de su país también se sorprendía cuando éncontraba un cartel luminoso que le era familiar. ¿De nada había servido que estudiara marketing, sociología del consumo, entre otras? Sí, pero ¿qué tiene de malo? Si esa reacción va unida a una subida de adrenalina y felicidad, nada tiene de malo...

domingo, 9 de agosto de 2009

No sirve de mucho

Tirada en el sofá se disponía a estudiar inglés. Pero antes quería ojear y hojear alguna revista. Cierto es que no tenía en casa ninguna más reciente al mes de mayo pero eso no le importaba puesto que a pesar de los esfuerzos, le era casi imposible mantenerse a la última. Encontró un ejemplar de un dominical de marzo de ese año. Le causó sorpresa encontrarlo puesto que sólo leía prensa gratuita y no tenía por costumbre bajar a comprar ningún periódico. Tras divagar en posibles procedencias del suplemento procedió a curiosearlo. Se topó con un artículo de opinión y leyó el destacado antes incluso que el propio título:
"Contarme lo que hago, lo que veo y lo que digo a cada instante no sirve para nada. Me dan ganas de gritarme: ¡basta, cállate!"
(extraído del artículo de Bárbara Alpuente titulado Pensar).
¡Un artículo que critica las redes sociales, blogs y páginas personales!, pensó. Esto hay que leerlo. Cual fue su asombro cuando comenzó la lectura y no fue eso lo que encontró. El escrito trataba sobre cómo las personas nos vamos repitiendo a casa momento aquello que hacemos o tenemos que hacer. Un monólogo interior que sufrimos constantemente.
Ella se mostraba reacia a toda clase de redes sociales donde amigos, compañeros de trabajo, familiares y no tan amigos, e incluso gente que no se conocen intercambian invitaciones en sus espacios de la Red, se felicitan los cumpleaños, los santos, el paso de la época de los exámenes... Cuelgan sus fotos, hacen públicos sus actos y donde los protagonistas son ellos mismos. Para ella todos son unas almas desamparadas que buscan atención. Buscan publicar esa foto de la borrachera de la noche anterior para luego leer los comentarios que sus "amigos" hacen al respecto. Es por ello que el destacado del artículo le remitió a este tema. Por el mero hecho de que las páginas personales están plagadas de hoy he ido a la playa, hoy me he cortado el pelo, mañana fiesta en... cuentan al resto lo que hacen pero también se lo cuentan a sí mismos, cuando ellos ya saben que lo han hecho.
Al fin y al cabo parece ser que si se lleva a cabo algo y no se cuenta, parece que no ocurrió.
Cada vez que ella busca algo en su armario se promete que lo va a organizar. Que se deshará de lo que nunca usa y que dejará el suficiente espacio para manejarse dentro sin acabar con agujetas en los brazos, sudando o tirando todo al suelo mientras revisa cada una de las perchas. No es cuestión de espacio. La cuestión es que termina llenando todos los huecos posibles. La tachan de desordenada y desastre. Pero ella responde: Dentro de mi caos hay un orden.

viernes, 24 de julio de 2009


Cualquier huevón con la cara roja por el alcohol, calvo, con barriga y un look de mierda podrá permitirse hacer comentarios sobre la apariencia física de las chicas, comentarios desagradables si es que no las incuentra suficientemente arregladas u observaciones asquerosas si es que le da rabia no podérselas tirar. Esas son las ventajas de sus sexo. Los hombres quieren hacer pasar la excitación más patética como si fuera algo simpático y pulsional. Pero no hay muchos Bukowskis, la mayoría de las veces, se trata simplemente de un paleto cualquiera. Sería como si yo, por tener vagina, me creyera tan cañón como Greta Garbo. Estar acomplejada, he aquí algo femenino. Eclipsada. Escuchar bien lo que te dicen. No brilar por tu inteligencia. Tener la cultura justa como para poder entender lo que un guaperas tiene que contarte. Charlar es femenino. Todo lo que no deja huella. Todo lo doméstico se vuelve a hacer cada día, no lleva nombre. Ni los grandes discursos ni los grandes libros, ni las grandes cosas. Las cosas pequeñas. las monadas. Femeninas. Pero beber: viril. Tener amigos: viril. Hacer el payaso: viril. Ganar mucha pasta: viril. Tener un coche enorme: viril. Andar como te da la gana: viril. Querer follar con mucha gente: viril. Responder con brutalidad a algo que te amenaza: viril. No perder el tiempo en arreglarse por las mañanas: viril. Llevar ropa práctica: viril. Todas las cosas divertidas son viriles, todo lo que hace que ganes terreno es viril. Eso no ha cambiado tanto en cuarenta años. El único avance significativo es que ahora nosotras podemos mantenerlos. Porque el trabajo alimenticio es demasiado exigente para los hombres, que son artistas, pensadores, personajes complejos y terriblemente fáciles. El salario mínimo es más bien una cosa de mujeres. Evidentemente, en contrapartida, habrá que entender que ser unos mantenidos les puede transformar en tipos violentos o desagradables. Porque no es fácil, cuando se pertenece a la raza de los grandes cazadores, no ser el que trae la comida a casa. Los hombres, qué guay, nos pasamos la vida comprendiéndonos. Porque la extraordinaria desesperación también tiene sexo, el nuestro, nuestra práctica es el gemido quejica.

Extraído del ensayo Teoría King Kong de Virginie Despentes.

sábado, 28 de marzo de 2009

lunes, 16 de marzo de 2009

Un tipo encantador, Marian Keyes.


La apasionada de los cosméticos y la moda Marian Keyes nos deja poco antes de las vacaciones navideñas su última novela Un tipo encantador. Fechas perfectas para pedir que alguién que nos quiera hacer felices nos lo regale por el módico precio de 19,90 €. no es de extrañar que el volumen cuente con 766 páginas, teniendo en cuenta que para la autora es una dura misión escribir relatos cortos.

"La clave está en el nombre: son demasiado cortos. Cunado por fin empiezo a meterme en los personajes y la trama, es hora de acabarlos. De ahí que haya escrito tan pocos."


A lo largo de la novela encontramos los rasgos característicos de sus novelas: en los papeles protagonistas mujeres guerreras (algo así como el personaje de anti héroe por aquello de que no son perfectas), con probelmas por solucionar, ambientado en Irlanda y Gran Bretaña, y que tienen empleos relacionados con el mundo de la comunicación, periodismo y publicidad.


La estructura del libro se divide en 4 bloques, cada uno de ellos corresponde a una mujer. Dichos bloques van intercalándose unos con otros, al más puro estilo Babel o Crash, del director mexicano Alejandro González Iñárritu y el canadiense Paul Haggis, respectivamente.


Los temas a tratar durante los relatos son de lo más actuales y se dejan ver como la pura realidad de hoy: el maltrato, el corrupto mundo de la política o las enfermedades como el cáncer y el alcoholismo. Todo ellos marcado por la trama amorosa de líos, berrinches, rubor en las mejillas o flojera de rodillas que sufren las protagonistas.


Cuando comencé a leer Un tipo encantador, me dió la impresión de que ya había visto, leído o escuchado una historia parecida. La trama del retiro de Lola (una de los personajes principales) me recordó al filme The holiday y la asocié rápidamente con Cameron Diaz por el papel que esta desempeña en la misma.



De lectura es fácil y fluída Marian Keyes es especialista en lograr que te sientas identificada en algún momento del libro, si eres mujer, claro. M.K. ha hecho que me haga tazas de té a todas horas, me cobije bajo mis edredones y mantas de colores cuando más lo necesito, lea libros y revistas de moda a destajo y quiera a mi chico como nunca antes lo haya hecho con ningún tipo.


Para finalizar recomiendo leer la novela en casa. El volumen pesa bastante para llevarlo en el bolso de casa al trabajo o la universidad para leer durante el trayecto, a no ser que por la crisis hayáis dejado de acudir al gimnasio y os queráis mantener en forma por cuenta propia. En casa tened cuidado si leéis tumbadas en la cama. Llega un momento en el que la sangre deja de llegar a las manos y empezaréis a notar un ligero hormigueo, en el mejor de los casos. En el peor, os podéis quedar dormidas (no por el tostón de historia porque no lo es) y el libro puede aterrizar en vuestra cara. Aterrizaje a plomo del libro en la cara extraído de la propia novela.

martes, 20 de enero de 2009


Tres paredes blancas rodean a una garabateada. Una espalda desnuda mira el techo y unos pies descalzos apuntan al suelo. El Pc reproduce una película en dvd screener pero ningunos ojos se dirigen a la pantalla. Dos están cerrados. Otros dos observan con parsimonia y en ocasiones tienden a dejar caer sus párpados. La piel con otra piel. Contacto y tacto. Roce y caricia. A pesar del sonido del filme, se percibe el silencio, la paz, tan esperada tras las semanas de tensión. Ve las nubes pasar. Y lo contempla a él. Sonríe y se emociona. La siesta tras comer.