Cada vez que ella busca algo en su armario se promete que lo va a organizar. Que se deshará de lo que nunca usa y que dejará el suficiente espacio para manejarse dentro sin acabar con agujetas en los brazos, sudando o tirando todo al suelo mientras revisa cada una de las perchas. No es cuestión de espacio. La cuestión es que termina llenando todos los huecos posibles. La tachan de desordenada y desastre. Pero ella responde:
Dentro de mi caos hay un orden.
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